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PARÁBOLAS

92. LA IMPACIENCIA DE UN SACRISTÁN 

En cierta ocasión, cuando San Alfonso María de Ligorio era obispo, una señora lo insultó cuando salía de la catedral. Ella lo acusó de ser responsable del hambre que estaban pasando las personas en ese lugar. Alfonso la bendijo, pero el sacristán, quien lo acompañaba, fue menos suave y la empujó. El obispo lo regañó: "la pobre, ella y otros como ella merecen compasión; estas palabras no vienen de su corazón, sino de su estómago". 

 

93. LA CHISPA DE DIOS 

Cuenta una leyenda que al terminar Dios la creación del mundo decidió dejar una chispa de su ser en la humanidad, pero quería dejarla en un lugar difícil de encontrarla, ya que el ser humano valora muy poco todo aquello que encuentra con facilidad.

Reunido al "Gran Consejo Celeste", sus miembros comenzaron a aconsejarle: Tenéis que esconder la chispa sobre lo más alto de la tierra, o en la mayor profundidad posible, o en el medio de los océanos. A cada propuesta respondía negativamente Dios, ya que estaba seguro que en esos lugares el ser humano, con su espíritu aventurero, con la tecnología y con su aguda inteligencia sería capaz de descubrirla.

Pero a Dios se le ocurrió un lugar seguro: "Voy a esconder mi chispa divina en el lugar más inaccesible de cuantos ustedes y el ser humano puedan imaginar. En un lugar de muy difícil acceso. Voy a esconderla... en lo más profundo de la persona".

 

94. ESPEJO DEL CIELO\

 

“No más que el cielo puede ser espejo tuyo. ¡Oh sol!-suspiró la gotita de rocío.

“Yo siempre estoy soñando contigo, ¿pero qué puedo esperar?  Soy tan pequeña para tenerte en mí –Y se echó a llorar desconsolada.

“Le contestó el sol: Yo lleno el cielo infinito; pero  también puedo estar en ti, gotita de rocío. Yo me haré chispa para llenarte y tu vida pequeñita se hará un mundo de luz” (Tagore). 

 

95. EN BUSCA DE LA FELICIDAD

 

Era un matrimonio pobre. Ella era bella e hilaba a la puerta de su choza pensando  en  su marido. El  iba  cada  día  al mercado con algunas frutas. A la sombra de un árbol esperaba, con la pipa vacía,  para conseguir algún dinero para tabaco.

Se acercaba el aniversario de boda. Ella no  tenía  dinero para regalar algo a su marido. Pero, se le ocurrió vender  su  pelo  para comprar tabaco. Así, a cambio de su pelo consiguió unas monedas para comprar algunas hojas de tabaco.

Al llegar la tarde, regresó el marido. Venía  cantando  por  el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar tras vender su vieja pipa…Abrazados, rieron hasta el amanecer(Adaptación de un relato popular).

 

 

96. LA SOMBRA DEL ASNO

 

Demóstenes echaba en cara los errores a los atenienses. Un día, que les estaba  hablando  en una  plaza  pública, recibió un abucheo fenomenal. “¡Sólo  dos  palabras  para  contaros  la historia de un asno”, gritó. Y la multitud le dejó hablar.

“Había   una   vez, prosiguió   Demóstenes,  un   viajante  que alquiló  un  asno   para   ir   de Atenas a Megara y el dueño del asno le acompañó en el viaje. A mediodía buscaron la sombra de un árbol para sentarse a comer y como no había ninguno, el dueño del animal se sentó a la sombra del asno.

-Te he alquilado el asno, pero no su sombra de modo que el asno sigue perteneciéndome – explicó el propietario.

-De ninguna manera. Me has alquilado el burro entero con todas sus circunstancias, replicó el viajante”.

Al llegar  a  este  punto, Demóstenes  se calló. Los asistentes gritaron : “¿Y qué  ocurrió  después?”  Y  el  orador preguntó: “¿Os interesa  más  oír  hablar  de  la sombra de un asno que de vuestros propios intereses?

 

 

97. HACER EL BIEN

 

Un joven estudiante tenía un gran deseo de dedicarse al bien de la humanidad. Se presentó a San Francisco de Sales y le preguntó:

-       ¿Qué debo hacer para lograr la paz del mundo?

San Francisco de Sales le respondió sonriente:

-       No dar esos portazos tan fuertes. 

 

98. LA MONTAÑA BENDITA

A la montaña más alta del mundo la llaman: “La Montaña Bendita”, porque los que suben hasta  la cumbre se  apresuran a  descender y a convivir el  resto  de su vida con los hermanos más despreciados, en los valles más profundos que existen en el Mundo.

Precisamente  por  esto  la  llaman : “La Montaña Bendita” (G.K. Gibrán). 

 

99. OPTAR POR LA VIDA 

Alfred Nobel fue un gran químico  sueco. Inventó  la  dinamita, vendió su invento  a los ejércitos europeos y  se hizo  millonario.

Un día murió su hermano. Los periódicos le confundieron con él, decían que  había  sido un  gran inventor  de explosivos y que  así se había hecho millonario.

Al enterarse Alfred de esta noticia, pensó que la humanidad  le recordaría por inventar la dinamita y promover la  destrucción en la humanidad. ¿Merecía la pena emplear así una vida?.

Y decidió cambiar. Lo que hasta ahora había dedicado a promover la muerte; emplearía, desde  entonces, su  dinero  sus  fuerzas en promover  la vida y promocionar las ciencias y las  artes. Así fundó los premios Nobel, por lo que es famoso en el mundo entero.