La fe, manantial de curación

Autor:  Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

            

                       Un guerrero con un pasado bastante turbio preguntó a un anacoreta si creía que Dios recibiría su arrepentimiento. Y el ermitaño después de exhortarlo con muchos consejos, le preguntó:”Dime, te suplico, si tu túnica está rasgada, ¿la botas?” “No”,respondió el otro:”la coso y vuelvo a ponérmela”.”Por lo tanto”,añadió el monje “si tú cuidas tu vestido de paño,¿quieres que Dios no tenga misericordia de su imagen?”(De los Apotegmas de los Padres del desierto).

            Dios tiene misericordia de cada uno de nosotros, principalmente de aquellos que tienen el alma y el cuerpo desgarrados. No importa el "pasado turbio" para un Dios que siempre está dispuesto al perdón y a la salvación de sus hijos.

            Jesús tenía entrañas de misericordia. Había una convicción popular de que de sus vestidos salía una fuerza curativa. De esta forma, una pobre mujer, rica en dolores y escasa en dinero, oyó hablar de Jesús y pensó llegar hasta El, pues estaba segura que con "sólo tocarle el vestido curaría".Y Jesús le dijo "Hija, tu fe te ha salvado: vete en paz y queda curada de tu enfermedad"(Mc 5,21-43). En aquel momento quedó sanada de su tormento.

            La fe es manantial de curación. Así le dice Jesús a un leproso :"levántate, anda; tu fe te ha salvado" (Lc 17,19). La fe, bien del interesado o de los otros, es necesaria para la sanación.

            Jesús  exige también el deseo de curarse. ¿Quieres ser curado?, le dice al enfermo que desde hacía mucho tiempo esperaba la  sanación. Pues bien sabía El que hay personas que en el fondo son reacias a abandonar la seguridad que les trae el seguir enfermos.

            Jesús es la encarnación de la salvación de Dios. Con la venida de Jesús viene "a visitarnos un sol que surge para iluminar a los que están en tinieblas y en la sombra de muerte" (Lc 1, 78-79).En Jesús se manifestaron "la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor por los seres humanos"(Tt 3,4). El es la Buena Noticia. Y la Buena noticia es esta: Jesús nos salva de nuestros pecados y nos cura de nuestras enfermedades y aflicciones.

           El Señor envió a sus discípulos a predicar la Buena Noticia del Reino, dándoles poder para expulsar los espíritus inmundos y de curar enfermedades de cualquier género (Mt 10, 1-8). Y los discípulos obraban como instrumentos de sanación de Dios para curar a los enfermos. "..Sacaban los enfermos a las plazas y los ponían en camillas para que , al pasar Pedro, al menos la sombra tocase a alguno de ellos" (Hch 5, 15-16). No era la sombra de Juan y de Pedro las que curaban a los enfermos, era el poder sanador de Jesús y la fe de los paralíticos lo que les hacía caminar."Por medio de la fe en el nombre de Jesús, este,(el paralítico) que ven y conocen, fue perfectamente curado por El"( Hch 3,16).